Cartel La quema de Judas, de John Lange (detalle). Tomado del libro 100 afiches Venezolanos, Felipe Llerandi. Caracas, 1991.

John Lange, maestro ciertamente


Carmen Alicia Di Pasquale

Por Carmen Alicia Di Pasquale

Leo con atención el artículo de Arráiz Lucca titulado «John Lange, maestro» (El Nacional, domingo 24 de junio). Lo hago inicialmente con una voz testimonial que guarda con celo el recuerdo de una restauración.

A John le correspondió la difícil y necesaria tarea de reconstruir física y éticamente el «Instituto de Diseño» (Neumann) luego de varios años de administración exclusiva del INCE. Si mal no rememoro se trató del año de 1982. Su llegada como Director fue el recomienzo para una Escuela que continuaba siendo tan necesaria en el concierto de las academias venezolanas como lo había sido en el momento de su fundación en 1964.






Revista M.

John, ciertamente, fue el maestro que impuso con su presencia noble, amable y sofisticada, con su palabra justa, un sin fin de orientaciones, afianzando con mucho peso específico el marcaje espiritual de quienes fuimos privilegiados con esa formación. Luego he tenido algunas otras experiencias formativas que no han siquiera rozado la areté (la excelencia) que allí se transmitía, como si se tratara de la aplicación de una pintura indeleble y permanente puesta capa por capa, cuidando con esmero la hechura y la construcción de un talento supuesto en un examen de admisión de dos semanas de rigor diario. Ese rigor y esa exigencia de máxima dedicación, han sido transpuestos, con su propia ideología irruptiva, a la Escuela de Comunicación Visual Prodiseño; en ella late el espíritu de alta competencia, de esmero, de guerra contra la mediocridad y del beneficioso operar extramuros, a la usanza de la escuela técnica post-industrial europea, modelada por el Instituto de diseño («la Neumann») para Venezuela.

El título del artículo que impulsa mi palabra a su vez ha sido motivado por la exposición que hoy en día celebra la trayectoria de este diseñador venezolano, en la Sala Trasnocho Arte Contacto de Paseo Las Mercedes de la ciudad de Caracas. Sobre esta exposición habría que decir algo aunque nuestra motivación esencial siga anclada en el título del artículo citado incialmente. Siempre apoyaremos las iniciativas que contribuyan con la cultura del diseño en Venezuela, y no porque haya que andar un camino no andado, sino porque el talento que resalta en Venezuela, y las escuelas que como la que ha hecho el maestro John Lange están arraigadas en el país, solicitan un correlato eventual (eventos) que advierta sobre las miradas y los empeños de la visualidad de un país que se muestra cada día más admirablemente compleja.

John Lange, maestro. John Lange, desarrollador de un estilo; John Lange, constructor de una colección que como ejemplo de diseño editorial institucional, la Revista M, amerita un estudio cuidadoso que logre aportar, en los dividendos del trabajo compilado, resumido y apilado, las maneras indispensables bajo las que se arma esencialmente una colección.

John Lange, pionero del diseño de estilo, de una estética personal, como prefieren llamarla los que proyectaron esta exposición importante y necesaria, en la que de manera provocadora se asoma un archivo que pide ser escudriñado e investido del testimonio que logre registrar su voz: la voz magistral.

Subscrito queda ese título del artículo de Arráiz Lucca e inscrito queda el llamado de atención para las generaciones que están en la espesura cultural del país que solicita un proceso de reflexión sobre el camino andado. Este es el camino andado, el que ha permitido el reconocimiento de la disciplina para ustedes. Este es el camino que llega a donde el joven diseño venezolano palpita hoy en día con una diversidad y una organicidad difícilmente apreciable, tal y como era posible hacerlo hasta hace pocos años.

Para mí es imposible no ver lo uno en lo otro, es imposible no ver reflejado en el diseño irreverente y excesivo de hoy, en sus formas y sus fórmulas estilísticas, la continuidad de la ejecución de John Lange: lo por él permitido –jamás impuesto– a través de su labor de maestro. Su Escuela no termina en sus discípulos más directos sino que se mueve a través de la actividad del diseño venezolano, toda vez que su lugar en esta historia es troncal y no ramal: es maestro, justamente. La validez de lo uno o lo otro es irrelevante más allá de las apuestas estéticas –éticas– de cada visión. Obviamente no estamos hablando de permitir cualquier cosa, pero la decantación proviene de una dinámica vinculada a los compromisos demostrados y no de una desestimación. El homo videns y el homo ludens , configuraciones de los jóvenes diseñadores actuales, a los que el artículo convocado aquí menciona como «analfabetas», son homo sapiens incluso sin estar inscritos en la textualidad.

Y esta premisa que apenas propongo para rescatar el aporte de John Lange sin desarticularlo innecesariamente del resto de la actividad de diseño venezolano, la recuerdo asociada a sus propias maneras donadoras: el maestro que recorría los talleres y el jardín del primer centro de enseñanza del diseño en Venezuela, de quien esperábamos, sin respirar, una siempre acertada y ajustada crítica.

Recordarlo, en su amabilidad y su concentrada labor constructiva, en sus invalorables aportes a las primeras prácticas del diseño de estilo, es el mínimo ejercicio de la memoria que requerimos con urgencia.

Derechos Reservados © Carmen Alicia Di Pasquale 2007